viernes, 16 de enero de 2015

Sobre el valor de un fósil

Ya no se escriben artículos científicos como los de antes. El título de mi blog está basado en uno que tiene ya unos años y que fue de los pocos papers que disfruté leyendo durante la carrera. Ahora, todos los papers, aunque sean de divulgación, tienen el mismo formato. Cierta calidad literaria, cierta manera de narrar (y atrapar al lector) se han perdido completamente. Este artículo tan interesante se titula: "Las enjutas de San Marcos y el paradigma panglossiano", que fue publicado en 1979 y escrito por S.J. Gould junto con R. C. Lewontin y que tuvo gran relevancia en su momento. 

 Cuando en 1978 visitaba Venecia Gould se dio cuenta que las enjutas de la Basílica de San Marcos, aunque  hermosas, no eran espacios proyectados por el arquitecto. Más bien estos espacios surgieron como subproductos arquitectónicos inevitables al montar una cúpula sobre arcos de medio punto. Por eso Gould y Lewontin definieron “enjutas” en el ámbito de la biología evolutiva como cualquier característica biológica de un organismo que surge como una consecuencia secundaria e inevitable de otras características; lo que quiere decir que no es un producto directo de la selección natural.

Vista de cúpula de la catedral de San Marcos donde se pueden apreciar las enjutas que el maestro escultor aprovechó para colocar la figura de un evangelista en cada una de ellas.

Comprender un organismo viviente a la luz de la evolución consiste (según la corriente adaptacionista) en comprender cómo su anatomía,  fisiología, comportamiento...son configurados por la selección natural, es decir, de qué manera están adaptados sus caracteres para conferirle las mayores posibilidades de supervivencia.
Sin embargo, Stephen J. Gould y Richard C. Lewontin muestran  algunos defectos de este punto de vista: no todos los caracteres de un organismo son adaptativos. La búsqueda de un sentido de este signo para todas las partes de un organismo es con frecuencia inadecuada, errónea, incluso perjudicial, ya que conduce a explicaciones exageradas, dudosas o carentes de fundamento.

Y efectivamente, la genética moderna corroboró esta puntualización de la teoría evolutiva: el descubrimiento de la pleiotropía, o función doble de un mismo gen, hace posible que un carácter neutro o incluso desventajoso pueda mantenerse debido a que está ligado a otro que sí es adaptativo (véase: Camps, M. et al.2007. Genetic constraints on protein evolution. Crit. Rev. Biochem. Mol. 42:313-326).

Más de 30 años después de su artículo, está claro que, aunque no supuso el fin de las historias adaptativas, si que incrementó radicalmente la conciencia de los biólogos evolucionistas sobre las trampas del adaptacionismo. Los biólogos evolucionistas son hoy en día mucho más renuentes a inventar historias adaptativas sin una evidencia directa de que la selección natural está actuando en los rasgos en cuestión.


Ya sabes, cuando se te ocurra una explicación de la función adaptativa de las patas del T. Rex, medítalo bien...

Explicar el título de mi blog me viene de perlas para continuar por la paleontología e incidir en una noticia que hemos leído hace muy poco: por lo visto, el robo de un fósil del esqueleto de una cría de un vertebrado, posiblemente un dinosaurio, ha terminado su pericia judicial con una multa de 90 euros para el acusado.

La recolección de fósiles en España es una actividad prohibida en casi todas las comunidades y se necesitan permisos especiales para ello, incluso para los investigadores. Los fósiles están considerados como patrimonio, y por tanto su sustracción (como si te llevas monedas o vasijas de barro de un yacimiento arqueológico) puede considerarse como expolio.

Además de todo esto, resulta que el fragmento que se llevó este señor (que pesaba, ojo al dato, 80 kilos) se trata "de una pieza excepcional porque era la primera vez que se encontraba un esqueleto casi entero en una zona de nidificación" según leo en El País. Además también se señala que "La pieza (...) se partió en tres trozos y fue necesario restaurarla. La Generalitat estudia la posibilidad de reclamar alrededor de 3.000 euros por la vía del expediente sancionador." 
Creo que en este país, poco dado a reconocer el valor de la ciencia y la investigación en general, sale muy barato estropear un objeto que realmente posee un valor incalculable.

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